Autocontrol

El profesional de la educación conoce con determinación el rol que cumple dentro del proceso enseñanza-aprendizaje, sin embargo más allá de lo técnico existen también las competencias socioemocionales, características propia de todo ser humano, y que sin duda el docente también las experimenta dentro de un contexto de alta demanda laboral, es así como las múltiples evaluaciones y encuestas realizadas a los docentes arrojan como resultados porcentajes significativos de estrés laboral, con características sintomáticas como agobio, alteraciones del sueño, disminución de capacidad de disfrute, etc.  (Elige Educar, 2020).

Es bajo este contexto que se espera que el docente desarrolle las habilidades socioemocionales asociados a la inteligencia emocional específicamente el auto control para gestionar sus estados emocionales que surgen por las diversas dinámicas y variables que surgen en los contextos educativos y por qué no, en la vida personal detrás del profesional de la educación.

En base a lo expuesto, la Inteligencia emocional, es una capacidad referida a la percepción, comprensión y regulación de las emocione (García et al, 2010), e incluye entre sus competencias, el autocontrol, entendida como la competencia que consiste en manejar los sentimientos adecuadamente, se basa en el desarrollo de la capacidad de la conciencia sobre sí mismo, en la gestión y control de los sentimientos de irritabilidad, ansiedad, melancolía, y también de las emociones positivas.

El auto control implica que el docente sea consciente de las emociones que siente según el momento y desarrolle estrategias para canalizarlas para sentirse efectivo en las labores de su vida cotidiana (Bisquera, 2000). Así también Goleman (1995) señala que el autocontrol es la habilidad que poseen las personas para manejar sus reacciones emocionales, controlar sus impulsos y recuperarse de los fracasos de la vida.

Así mismo el autocontrol, se puede definir como la capacidad emocional que posee una persona para manejar los sentimientos de manera adecuada, o en otras palabras, la habilidad para administrar las respuestas que se originan dentro de los componentes cognoscitivos, experimentales, comportamentales, de expresión física y bioquímica (Brenner & Salovey, 1997).

“Reconocer las emociones, practicar las formas apropiadas de expresarlas, considerando el impacto en sí mismo y en los demás son los recursos que el ser humano tiene para “agigantarse” o “empequeñecerse” frente a los desafíos de la realidad. Por lo mismo, trabajar sobre la valoración positiva de sí mismos, la consciencia de las fortalezas y debilidades que cada cual tiene, la actualización de la capacidad de resiliencia inherente a la naturaleza humana, son recursos que nos permiten salir enteros de una circunstancia desfavorable y que requieren con urgencia hacerlos emerger, ejercitar e instalar estrategias que en la cotidianidad nos ayudaran durante y después de estar en medio de una crisis” (Ministerio de Educación, Gobierno de Chile, 2020).

La madeja de hilo

En base a lo anterior se puede gestar la analogía de una madeja de hilo, al estar enrollando el hilo existe la posibilidad de que este se pueda enredar y si se entra en frustración, ira y descontrol, esta situación se pueden complicar aún más,  gestando que la madeja quede más enredada y a ratos siendo casi imposible de salir de los nudos creados, la inteligencia emocional permite que el sujeto desarrolle y despliegue las habilidades y capacidades necesarias para anticiparse a la posibilidad de enredar el hilo, o bien una vez enredado, pueda salir de ello de manera rápida y asertiva  y continuar sin alterar el proceso, evitando así gestar energía emocional innecesaria lo que pudiera llegar a cronificar el problema, conflicto u evento de estrés.

Es así como en los contextos de aula pudieran surgir dinámicas conflictivas con los estudiantes, pudiendo transmitir y surgir estados emocionales displacenteros para el docente, como rabia, miedo, frustración, etc., lo que puede generar que el conflicto se torne como foco de la clase perdiendo los objetivos pre establecidos, generando un contexto de estrés e incomodidad para todos los participantes de ellas, disminuyendo la motivación y el impulso a la exploración por parte de los estudiantes, aspectos claves en la adquisición de aprendizajes, por lo tanto el auto control que despliegue el docente es clave para que así el conflicto no impacte de manera negativa en el desarrollo de la clase propiamente tal.

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Socialización como componente de la competencia formativa

La socialización se define como la capacidad para enseñar a los niños y niñas las normas y limites socialmente aceptadas de esta forma se introduce al estudiante en los valores y costumbres de su comunidad y cultura, la socialización se enfoca en preparar a los estudiantes para la vida en comunidad. (Fabes, Gaertner y Popp, 2006)

Por ello, todo proceso educativo (familiar y/o escolar) se encuentra en relación directa con un sistema de valores, creencias y códigos de relación e interacción que son transmitidos e inculcados con el firme propósito de aportar en la construcción del sujeto individual como del sujeto colectivo (sociedad), es decir, todo sistema educativo, contribuye a la constitución y formación de valores individuales y colectivos (De Paz Abril, 2004. como se cita en Llanos, s/f.)

El desarrollo de la socialización debe considerar diversas variables implicadas, como edad, etapa de desarrollo, enfoque de género, contexto, cultura, etc.; la lógica esperable es que la enseñanza y exigencias en la adquisición de la socialización se debe ir gestando de manera gradual, considerando en todo momento el desarrollo del niño o niña, así sea en su primera infancia, niñez y adolescencia, además de considerar en sus diversos contextos ecológicos, ya sea en la familia, escuela y comunidad  niño (Bronfenbrenner, 1987).

A nivel de la escuela, la socialización opera transmitiendo valores asociado a la convivencia escolar, el trato respetuoso entre los integrantes de la comunidad, la rutina escolar, horarios, hábitos , costumbres, límites, normas y por sobre todo la socialización dentro y fuera del aula.

Características del proceso de socialización:

  • La socialización es la capacidad para relacionarse con los demás, entendiendo la lógica de que el ser humana no se desarrollada de manera individual, siendo la socialización inherente a las características humanas, buscando la socialización contribuir al proceso de humanización propiamente tal.
  • La socialización se caracteriza por la convivencia con los demás, la que impacta de manera directa en el desarrollo psíquico del ser humano, es decir el ser humano se desarrolla mediante procesos de intersubjetividad lo que está relacionado al apego, vínculos y relaciones con otros significativos.
  • La socialización es la interiorización de cultura, valores, costumbres etc., con lo cual el ser humano logra interactuar de manera armónica con su entorno.

En base a lo anterior se debe considerar a la escuela en tres ejes de socialización

  • La escuela como institución: la escuela potenciará el sentido del yo y auto estima del  y los estudiantes mediante, mediante la incorporación en diversas actividades de la comunidad educativa e interacción directa con diversos miembros, estamentos y personas del contexto educativo, promoviendo diversas instancias de relaciones sociales y convivencia.
  • El docente: el profesorado a partir de su rol actuara como modelo y reforzador de las habilidades sociales y proceso de socialización propiamente tal.
  • Grupo curso: el grupo permite establecer relaciones sociales más estrechas, permanentes y diversas, promueve gestar procesos de socialización más allá del grupo familiar, abriendo posibilidad de aprender, interiorizar y resolver relaciones de dominancia, dependencia, igualdad, competencia, etc. (Muñoz, 2009).

Recomendaciones:

  • Equipos de trabajos.
  • Responsabilidades.
  • Experiencias sociales.
  • Salidas al entorno.
  • Interacciones con la comunidad.
  • Incorporación de la familia

Disciplina positiva

Se entiende como la capacidad el docente para regular y conducir el comportamiento del o los estudiantes mediante el uso preferente de la anticipación, la explicación, el ejemplo, la negociación, la toma de perspectiva y las consecuencias razonables frente a transgresiones específicas, transmitidas con una actitud de calma y firmeza, promoviendo de esta manera condiciones propicias para la regulación del estrés emocional y psicológico (Karreman, Van Tuijl, Van Aken y Dekovic, 2006), y fijar límites que generen hábitos, costumbres, cultura organizada y predecible para sus estudiantes, con pleno conocimiento de sus etapas de desarrollo, genero, personalidades y contextos que los rodean (familias de orígenes, cultura, sociedad, et), promoviendo como objetivo el desarrollo moral, la sana convivencia y relación con su entorno y sociedad en general, contribuyendo así a educar estudiantes con menos ansiedad, miedo, mejor auto estima, mayor motivación e interés,   sin utilizar una disciplina coercitiva, amenazante y mal tratante de la infancia y sus derechos.

Orientación y guía como competencia formativa

La orientación y guía tiene como objetivo desarrollar de manera paulatina la autonomía progresiva, para ello el docente debe  favorecer, acompañar, conducir y potenciar la autonomía de sus estudiantes en las diversas situaciones de la vida cotidiana según sus etapas de desarrollo y sus objetivos propuestos. Orientar y guiar dicen relación con poner a disposición del niño, niña o adolescente aquellas condiciones físicas, materiales y de equipamiento que estimulen su deseo y posibilidad de autonomía.

Para lo anterior es importante que el docente pueda monitorear, guiar u orientar de cerca los intentos, esfuerzos, errores y aciertos que el niño o niña pueda dar en sus experiencias de aprendizaje y en un contexto de buen trato utilizar esas experiencias para el aprendizaje, reforzando positivamente cada intento, cada paso, por muy mínimo que sea, con el fin de que el estudiante pueda lograr su máximo desarrollo y autonomía.

Estimulación del aprendizaje y competencia formativa

Dentro de las diversas tareas que el docente debe emprender en su praxis de educar se encuentra la de favorecer el descubrimiento del mundo, orientando y guiando el aprendizaje, en su infinidad de recursos y variables,  la integración de aprendizajes significativos, que promuevan en el largo plazo el desarrollo de la autonomía progresiva, utilizando el dialogo, mediación y reflexión como estrategias  prácticas cotidianas, procurando que las experiencias no se trasformen en contextos amenazantes punitivos y sancionadores,  el docente debe operar como un mediador entre la experiencia y el aprendizaje, el docente no debe ser quien trasvasije información, si no pueda brindar los matices y las adecuaciones necesarias que aporte a la formación integral de sus estudiantes, el docente debe actuar como un andamiaje (Bruner, 1983.) entre el estado de conocimiento y competencias actuales de sus estudiantes y el estado posible o deseado en su zona de desarrollo próximo (Vygotsky, 1931).

 Para ello el docente debe haber gestado un conocimiento profesional pero sensible de sus estudiantes, desde sus gustos, tendencias, motivaciones hasta el conocimiento actual en cuanto a curiculum, desde dicha base estimular el aprendiza en sus multiples áreas,  pudiendo utilizar para ello una serie de estrategias para lograr dicho aprendizaje, teniendo en cuenta la diversidad de participantes en el contexto de aula por ende las múltiples formas de aprender y enseñar como ya lo plantea el Diseño Universal del aprendizaje y la Enseñanza, sintonizando con procesos de motivación y confianza, diseñar una estructura pedagógica que ofrezca garantías de seguridad y desafío creativo, y proponer una actividad que suponga avanzar hacia su zona próximo de desarrollo (Gómez, 2016) y aprendizaje.

Recomendaciones:

Las actividades propuestas pueden ser de distinta naturaleza, según el ámbito de desarrollo o núcleo de experiencia que se busque potenciar.

  • Físicas: juegos deportivos o desafíos físicos (ejercicios, bailes, coreografías, juegos de roles, etc.) con contenido pedagógico que incluya un objetivo curricular en las diversas asignaturas.
  • Relacionales: que incluyan la interacción con sus pares o con otras personas del establecimiento o comunidad (trabajo en equipo, entrevistas, juego de roles, trabajo en grupos, desafíos grupales, etc.)
  • Socio afectiva: que incluya el reconocimiento, manejo y gestión de sus estados emocionales y afectivo, ya sean individual como social, (utilizar las vivencias propias de los estudiantes, gestar debates, conversaciones, charlas, estrategias de inicios de la clases para la gestión emocional, respiración guiada, mindfulness, etc.).

Calidez emocional, como componente de la competencia vincular

Otro elemento relevante para construir una relación vincular significativa entre docente y estudiante está determinada por la calidez emocional, la cual se define como la capacidad para demostrar en forma consistente expresiones de afecto y buenos tratos al niño o niña (Barudy y Dantagnan, 2005; 2010). Esta capacidad es un factor relevante y que contribuye de manera positiva en el desarrollo socioemocional de los niños y niñas. (Cohen, 2005; Cassidy y Shaver, 2008), está relacionada con la creación de contextos bien tratantes, toda experiencia de relación cálida entre dos o más seres humanos contribuye a una relación positiva de confianza, que da pie a que ambas logren conocerse más allá de su relación cotidiana, obteniendo apertura al dialogo, respeto de los límites y normas, entre otras variables fundamentales del aprendizaje, sin necesidad de llegar a la imposición y a la sumisión por poder y miedo, estrategias propias de un paradigma punitivo y mal tratante de la infancia, por el contrario, la calidez emocional es crítica en el desarrollo socioemocional, cabe destaca que la calidez emocional se expresa a través de tres canales fundamentales: (a) el cuerpo; (b) la mirada, (c) y la voz.

El cuerpo, como medio para comunicar y expresar, el cuerpo habla de nuestra propia historia, de nuestra herencia familiar basada en la crianza, de estados de relajación o tensión, el cuerpo del adulto puede trasmitir control o descontrol hacia uno niño o niña con movimiento amplios o reducidos, acercarse o retirarse, todo ello es comunicación, saber si estas presente o ausente, si deseas contener o reprimir, atacar, golpear u abrazar, todo este repertorio de acciones y conductas comunica al niño o niña, la calidez emocional se expresa en cada abrazo, caricia y acercamiento afable, seguro y estable, es así como en Paul Watzlawick, Janet Beavin y Don Jackson en 1967, plantea los axiomas de la comunicación, siendo el primer de ello “es imposible no comunicar”, ante dicha lógica nuestra cuerpo siempre está comunicando, dando señales, entregado a cada segundo información emocional a otro que puede interpretarlo y sin lugar a dudas, reaccionar ante esas señales, desde ahí la invitación a hacernos la pregunta ¿Qué señales, comunicación, información, estamos entregando a nuestros estudiantes, contribuye nuestros señales corporales a establecer un contexto cálido propicio para la relación positiva y por defecto para el aprendizaje?.

La mirada es otro medio de expresión de emociones en la construcción de una relación (Bornstein, 2012; Gross, 2014). La mirada puede también transmitir amor, contención, presencia, afecto, puede sanar, acompañar, por el contrario puede transmitir rabia, desatención, desregulación, por ende se convierte en un medio fundamental en la calidez emocional, siendo esta trascedente en el desarrollo psíquico del infante, del ser humano en general y como canal esencial en la calidez emocional.

Finalmente la voz mediante sus componentes de volumen, contenido, tono y ritmo expresa una amplia gama de emociones pudiendo causar estrés toxico, dolor, sufrimiento, daño, heridas emocionales, o bien de contención y recuperación y equilibrio emocional, gritar, hablar fuerte, un tono de voz agudo, perturba el cerebro y gesta que este estimule el sistema de defensa, generando estrés, bloqueando el sistema cerebral de exploración y motivacional, estos ultimo determinantes en el aprendizaje, por el contrario una tono de voz tenue, amable, contenedor, pasivo, gatilla la estimulación del sistema motivacional y de exploración, de ahí la importancia de la voz como uno de los medios centrales en la calidez emocional.

Involucramiento y competencia vincular.

Para lograr desarrollar habilidades socioemocionales en los estudiantes también se necesita un docente que se  involucre cotidianamente en la vida e historia de sus estudiante, definiéndose esta como la capacidad desarrollada por los padres para mantenerse interesado, atento y conectado con las experiencias y actividades cotidianas de sus hijos, participando activamente en su desarrollo desde los distintos ámbitos involucrados en ello. 

Lo anterior es también aplicable a todo aquel adulto que comparte y se relaciona cotidianamente con los niños y niñas, por ende es dable que esta competencia también pueda ser desarrollada por el docente ya que no se aplica a la profesión directamente sino a toda relación humana.

El involucramiento implica sintonizar y sincronizarse con las señales corporales, conductuales y emocionales de los estudiantes, además de involucrarse en las actividades cotidianas, gustos, tendencias, juegos, socialización, dinámicas del grupo curso o del estudiante en particular y el involucramiento a largo plazo, lo que dice relación con la mantención del vinculo positivo entre estudiante y docente en el tiempo, lo que fortalece y da peso significativo en la relación (Feldman, 2012);  siempre procurando ser respetuoso con el nivel de involucramiento ya que los excesos implican sobre control y una conducta invasiva del mundo personal ya sea individual o grupal lo que termina por impactar de manera negativa en la vinculación entre las partes.

Algunas recomendaciones para fomentar la calidez emocional e involucramiento

  • Procure mantener un tono de voz adecuado, evite utilizar tonos amenazantes y punitivos hacia las y los estudiantes.
  • Promueva una comunicación corporal que comunique tranquilidad, respeto, contención, evitando mostrarse amenazante, incisivo  y punitivo.
  • Conecte todo lo anterior con una mirada afectuosa, tranquila, calma y cálida, lo que dará paso a la confianza y apertura por parte de su estudiante.
  • Lo anterior acompáñelo con verbalizaciones positivas hacia el esfuerzo, motivación, perseverancia, capacidad de aprender del error, entre otras.
  • Y lo más importante, construya conocimiento sobre estas variables, sobre su impacto y transcendencia en la relación humana y su contribución determinante en el desarrollo humano sobre todo infantil, posteriormente ponga en acción concreta este conocimiento, convirtiéndolo en actitud y no en imposición.
  • Generar introspección sobre nuestra propia historia es reconocer también nuestras propias herida de infancia, tratar de una forma más cálida e involucrada es continuar con el legado o bien cambiarlo hacia un trato respetuoso de la infancia y de nosotros mismos.

Mentalización y sensibilidad

En el contexto de enseñanza y aprendizaje surgen una multiplicidad de variables propias de la relación y experiencia humana intersubjetiva, habilidades tanto racionales como socioemocionales interactúan al servicios del conocimiento, aprendizaje y experiencia, es así como los diversos estudios en neurodesarrollo  hoy explican la importancia del buen trato, el apego seguro y vinculo positivo en la diada docente y estudiante, es bajo esta lógica que en la educación de este siglo la formación docente debe estar enfocada en adquirid los conocimiento teóricos, técnicos y experienciales tanto del desarrollo cognitivo como del socioemocional.

Esto se justifica en que se ha demostrado que la intervención en promoción en salud mental durante la infancia, disminuye las alteraciones en el desarrollo e impide que se vuelvan patologías crónicas en Salud Mental (Lecannelier, 2006), entre diversos datos relevantes sobre la importancia de las variables emocionales en la adquisición y gestión del aprendizaje y la enseñanza.

Teniendo en cuenta que la escuela es un escenario privilegiado para favorecer el desarrollo emocional temprano, surge la relevancia de potenciar las habilidades socioemocionales asociadas inicialmente a los siguientes conceptos relevantes:

¿Qué es la mentalización?

La mentalización se define como la capacidad parental para interpretar el comportamiento del niño o niña a su cargo, mediante la atribución de estados mentales (creencias, sentimientos, actitudes, deseos) respecto a la conducta observada en el niño/a y claves del contexto en que dicha conducta tiene lugar (Fonagy, Steele, Moran, Steele & Higgit, 1991).

 Es una capacidad que permite el reconocimiento de estados mentales en sí mismo y en los demás en términos de pensamientos, emociones, deseos e intenciones. Para ello es necesario poder diferenciar el comportamiento visible y las posibles motivaciones o estados mentales que subyacen al mismo (Allen, & Fonagy, 2006).

Este concepto surge en el campo de estudio del apego y el vínculo afectivo iniciado por Bowlby (1990) y continuado por Mary Ainsworth (1967) y Mary Main (2000), entre otros. Está en relación con términos pertenecientes al campo amplio de la psicología y el psicoanálisis como son los de empatía, mundo representacional, intersubjetividad, entre otros.

Diferencia entre mentalización y empatía

Para entender el titulo anterior, se hace necesario comprender que, la mentalización subyace al concepto de empatía (Twemlow, Fonagy, & Sacco, 2005b), pero no se limita a éste, porque como lo explican Haslam-Hopwood, Allen, Stein y Bleiber (2006), la empatía corresponde al conocimiento y comprensión que se tiene de los sentimientos que pueden estar presentes en el otro. Por otra parte, la mentalización, además de los sentimientos, incluye los pensamientos no solo en el otro, sino también en sí mismo.

¿Y que es la sensibilidad?

La sensibilidad es un concepto que surge de la teoría del apego, introducido por Ainsworth en 1978; este autor la define como la capacidad del adulto a cargo para percibir las señales comunicativas del niño, interpretarlas correctamente, y ofrecer una respuesta rápida y apropiada; con ello consigue ser accesible a las necesidades de este y le ofrece protección, cuidado, contención, etc., según corresponda (Ainsworth et al., 1978). Esta interacción sensible entre la diada ofrece seguridad, cuidado y protección al niño, y le da confianza para explorar el ambiente y experimentar nuevas cosas, en el caso de la diada docente-estudiante este tipo de relación permite mayor predisposición al aprendizaje, motivación y la exploración.

Así como plantea Cuellar y Farkas, (2017), esta interacción sensible no sólo se establece con el padre o madre u otra figura sustituta, sino también con el personal educativo con el cual los niños comparten bastante tiempo (Commodari, 2013; Pianta y Stuhlman, 2004). Es así como se establece que la relación significativa, de buen trato, confianza y seguridad entre estudiante y educador impacta de manera positiva, siendo estimulante en el desarrollo social y cognitivo, aun mas en niños y niñas cuyo vinculo gestado con sus familias de orígenes es inseguro (Ahnert et al., 2006; Howes, 1997; Howes y Smith, 1995); para lograr lo anterior es necesaria una actitud sensible y receptiva a las necesidades y deseos de o los niños. Dentro de los pocos estudios realizados con educadores, las investigaciones que se han llevado a cabo en centros de educación inicial estadounidenses (NICHD, 2000) han mostrado relaciones significativas entre la sensibilidad del educador y un mayor desarrollo social, emocional, cognitivo y lingüístico en los niños. Así mismo, un estudio realizado en Chile mostró mayor sensibilidad de las educadoras en relación a las madres, lo cual propone que las primeras constituyen un factor protector para el niño cuando las madres presentan baja sensibilidad (Farkas et al., 2015, como se cita en Cueller y Farkas , 2017)

Mentalización, sensibilidad y docencia

En el contexto escolar, como se cita en A.Gomez & A. Mesa, (2015),  la mentalización permite que el docente identifique y tome en consideración las diversas variables que subyacen a las interacciones y afectan el aprendizaje (Twemlow, & Fonagy, 2006). Le permite además reconocer y regular su propia experiencia emocional (Allen, & Fonagy, 2006). El estudio de Twemlow, Fonagy y Sacco (2005a), plantea que el docente puede promover el desarrollo de la capacidad de mentalización del niño, de esta manera le ayuda a modular y regular los efectos negativos del contexto (González, & cols., 2000), favorece el desarrollo integral y contribuye a la salud mental. En el mismo sentido O’Connor y McCartney (2007) señalan que la relación positiva con el docente protege al niño de los efectos negativos de un apego inseguro con sus padres o cuidadores (A.Gomez & A. Mesa, 2015).

¿Cómo aplicar en contexto de aula?

Existen en la actualidad diversas metodologías para implementar lo anterior en los establecimientos educacionales, es así como el modelo de Apego, Mentalización, Auto-mentalización y Regulación afectiva (AMAR)  propuesto por Lecannelier (2008) busca el desarrollo del aprendizaje socio afectiva, factor clave y determinando en el desarrollo integral de los niños y niñas.

·         Establecer un apego seguro con los estudiantes, mediante un vínculo positivo, de buen trato, escucha activa, validación de sus aportes por mínimos que estos sean, buscando tratarlos como te gustaría que te trataran en momentos de estrés, escuchar se torna en la estrategia fundamental.

·         Mentalizar, tratando de entender los componentes mentales que subyacen al comportamiento del niño, entendiendo la lógica de que toda conducta humana es comunicación y de que todo comportamiento tiene una base, motivo y/o causa, tatar de encontrar ese motivo más allá de la conducta concreta del niño es fundamental para dar una respuesta sensible a esta necesidad.

Por ejemplo: surgen situaciones en que nos encontramos con un estudiante que “llama la atención” interrumpiendo constantemente la clase, ¿qué hago?, comúnmente un docente podría intentar reprender esta conducta y posiblemente utilizar una sanción como una anotación negativa (modelo punitivo), sin embargo, si el docente logra gestar un vínculo positivo y cercano con este estudiante, comprende los motivos de su actuar (posiblemente ligado a su crianza, vivencias familiares, experiencias de vida, estados emocionales, etc.), la conducta seria interpretada como “la necesidad del estudiante de interrumpir con el fin de ser atendido y visualizado por el docente”, llamando la atención de este y encontrar contención, regulación, motivación, etc.,. Generado entonces el docente, las estrategias necesarias para hacer sentir al estudiante importante y atendido. (tutorías de pares, se le asignen responsabilidades en la sala de clase, se le hace participar activamente mediante preguntas directas, se le refuerza de manera positiva ante los aciertos y errores, entre otros).

Posteriormente, la auto-mentalización le permite al docente identificar lo que le sucede a él mismo a nivel de su mundo interno, especialmente frente a los comportamientos negativos o problemáticos del niño. ¿Qué puedo sentir? rabia, frustración, rechazo, lejanía, etc., ¿Cómo lo soluciono?

-Entender que la emoción que transmite y transfiere el estudiante niño o niña, proviene desde un contexto (social, familiar, vincular y vivencial) y que este, mediante su experiencia emocional lo transmite a su entorno, haciendo sentir al otro el mismo estado emocional que el siente. -En base a lo anterior se espera que el docente interprete adecuadamente la emoción del estudiante (mentalizar) y pueda brindar una respuesta distinta a lo que perciba o sienta, (sensibilidad) optando por acciones que vayan en pro de la contención, regulación y empatía, por ejemplo; evitando contrarrestar la rabia utilizando el miedo.·         Finalmente la regulación, que sería la intervención propiamente tal por parte del adulto (docente) y que ayuda al estudiante a contener sus emociones, a calmarse y regular su conducta para volver a incorporarse y adaptarse. Ejemplo; escuchando activamente, ofrecer alternativas a su problema y estado emocional, utilizar un lenguaje afectivo, respetuoso y amoroso, vinculo cercano y positivo, evitando juzgar y promoviendo una respuesta sensible.